El optimismo

Captura de pantalla 2016-01-25 a las 22.27.42

Quizás hemos de plantearnos el tema del carácter con más asiduidad. La vida actual nos permite muchas cosas y desde luego, hemos evolucionado en muchos sentidos, aunque si bien es cierto que nuestros actos se automatizan cada vez más y hay menos lugar en estos momentos actuales de parar y descansar por el mero hecho de hacerlo y porque se necesita, ya que la mente no descansa, son muchas las obligaciones que nos autimponemos y apenas hay tiempo de pensar o descansar la mente. Cuando llegan nuestros ratos libres siempre hemos de salir, ir al cine, arreglar cosas en casa …..Sentarte tranquila? Jajá. Al menos, en mi caso y otros muchos que conozco, no hay tiempo material.

STOP gritaría ahora mismo, pero es complicado.

Este STOP al que me refiero , es muy bueno e imprescindible para la mente, saber darla un descanso es fundamental para recapacitar acerca de cómo es nuestro día a día y de la actitud que estamos teniendo en la vida para con nosotros y, por supuesto, para con los demás.

Podrías hacerte las siguientes preguntas:

1. ¿Normalmente tengo un gesto afable o, más bien serio todo el día?

2. ¿Soy optimista con respecto al presente y el futuro?

3. ¿Mi energía es un motor para realizar cosas que me hacen sentir bien o, por el contrario, mi lenguaje interno es nefasto para mí y ralentiza el ritmo de mi vida?

Múltiples estudios han demostrado que existe una relación entre la salud y el optimismo. Aquellos que mantienen una actitud optimista son menos proclives a padecer enfermedades de la índole que sea. Cuando estructuramos nuestra vida tenemos claros unos objetivos por los que luchar y que se suponen nos hacen ser felices. No es más feliz aquel que no tiene problemas sino aquel que, a pesar de estos, no se hunde y mira con la esperanza de que se solucionarán con la puesta en práctica de determinadas acciones y, en algunos casos, si el problema escapa a su control, lo viven de la manera menos traumática posible, ya que piensan que si tiene solución, para qué preocuparse y si no la tiene, para qué preocuparse también.

Podemos hablar de un optimismo disposicional o uno aprendido. Hay circunstancias consecutivas en nuestra vida que nos han cambiado la forma de verla, ya que cuando pensamos que algo peor no puede suceder y lo superamos, eso nos hace más fuertes y nos ayuda a ver todo de otro color.

Cuando cumples o te quedan pocos años para cumplir los 40, echas un momento la vista atrás y racionalizas de que te ha servido, en muchas de las ocasiones que has vivido, la queja continua (a todas nos ha ocurrido en un momento dado)…Hoy llueve, qué rollo la conferencia de mañana o que vida más dura…en fin, tantas cosas que si no las diéramos importancia y las afrontáramos como algo normal de la vida, posiblemente, no nos regodearíamos ante algo que pudiera resultarnos negativo.

A lo que me refiero es que al echar la vista atrás, si pensamos, podemos aprender a ser optimistas y poner una sonrisa a la vida. Es cuestión de actitud y siempre cuesta trabajo, pero si al levantarte todos los días, te propones vestirte con una sonrisa siempre, llegará un momento en que esto se haga habitual en tu vida.

Otra de las cosas primordiales para ser optimistas es tener metas e ilusiones, sin ellas no sabemos hacia dónde dirigirnos. Cuando luchas por algo y ha costado un cierto esfuerzo  conseguirlo, lo valoras más y, por otro lado, ir cumpliendo con todos tus objetivos te da autoestima y en consecuencia, felicidad, a parte que aumenta la seguridad en ti misma a la hora de realizar nuevos proyectos. Pero para ello debes de conocerte muy bien, como venimos recalcando en artículos anteriores y creo que a esta edad ya contamos con elementos de juicio suficientes.

Como siempre y desde Crisisdelos40.com os vamos a dar unos consejillos para darle un cambio de visión a nuestras vidas, y que al vivirlas desde la perspectiva positiva, nos acercamos a los aspectos que merecen la pena de la vida: el fundamental, por supuesto, ser felices.

Consejos:

1. Realiza un STOP en tu vida.

2. Vigila tu lenguaje interno y los mensajes que te mandas diariamente. ¿Son en su mayoría negativos o desmoralizadores o, por el contrario, mantienen las esperanzas y ganas de vivir, de hacer cosas nuevas?

3. Ten autocrítica e intenta paliar esos aspectos de ti que te llevan quizás a estar en una queja interna constante. Piensa si ya lo haces automáticamente y si podrías sustituir esos aspectos que ves tan negativos por otros más positivos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.