Qué rápido pasa el tiempo, se me hacía eterno un verano entero con dos niños pequeños y ahora mismo no me creo que falten pocos días para no pasar casi las 24 horas del día escuchando risas, llantos, gritos y curiosas preguntas que me dejan ojiplática perdida.
Todo un verano del que puedo rescatar mil anécdotas, pero voy por partes porque como es costumbre, me puedo liar e irme por los cerros de Úbeda…
Para empezar, contaros que he cumplido mi promesa interior, he conseguido trabajo, sí, soy una mujer, madre y esposa trabajadora a tope y encima de lo mío, como quien dice. Contenta e inspirada, a disfrutar y realizarme, a darle a la tecla a lo loco y estresarme con el reloj pegado al cogote… una gozada J
Seguimos con la adaptación a la nueva vida familiar, sobre ruedas, no daba un duro por ello, lo reconozco, apostaba más por una situación desquiciante, sueño, ojeras y poca paciencia… pues no, la pequeñita es una santa, pero de verdad, duerme seis, ocho e incluso diez horas seguidas por la noche, lo que nuca me creí de aquellas madres afortunadas que disfrutaban la maternidad, pues sí, existe y es real y he de decir que se los quiere más, – es broma-, mi gorda es un amor.
Mi niño grande creo que está sufriendo el síndrome de ‘padres plastas’, probablemente no estará reconocido por la Organización Mundial de la Salud, pero yo lo acuño aquí porque yo lo valgo, ¿y en qué consiste?, muy fácil no dejarle ni a sol ni a sombra y disfrutarle full time, ¿consecuencias del mismo? Un niño un pelín petardo con el resto de la humanidad adulta, porque con los de su misma especie se lo pasa pipa.
Pero me da igual, es posible que sea el último verano que pueda pasar entero con él, los siguientes, por ahora y afortunadamente, se verán mermados por motivos laborales, así que… ha merecido la pena. Guardo en mi memoria para siempre su carita de felicidad al jugar en la playa con la arena y las olas que le revolcaban sin piedad. Su paso por el pueblo, sus fiestas y sus anacronismos bien llevados, con ausencia de televisión y conexión a internet incluido.
Nos ha faltado aprender a nadar, asignatura pendiente que dejamos para el verano que viene y nos ponemos en marcha con la operación cole de mayores. La pequeñita ha hecho un comienzo de curso ‘a tutti’, guardería para todos, no vaya a ser que genere mucha querencia para con sus padres, pobrecita mía…