Me hace mucha gracia, aunque profesionalmente ninguna, cuando escucho a los adultos enviar a sus hijos o alumnos a la silla de pensar, o al rincón de pensar, porque, además, muchas veces son quienes defienden que los niños no entienden las explicaciones y, por tanto, no es necesario explicarles nada, tienen que obedecer y punto.
Y yo ante tan tajante argumento, que en parte comparto porque es evidente que la mente de un niño de 2 años no puede hacer razonamientos para entender la teoría de la relatividad, me pregunto lo siguiente: si realmente no tiene capacidad para entender explicaciones, ¿qué ciencia infusa surge en la silla de pensar para que sí tenga capacidad y pueda reflexionar sobre lo ocurrido? ¿acaso somos tan ingenuos de pensar que mientras un niño está sentado en una zona alejada de toda actividad se va a parar a pensar: “ a ver, le he pegado un golpe a mi hermano con un juguete y eso no se debe hacer porque el pobrecito sufre y le hago daño, quizá debiera pedirle perdón y dejarle que juegue con mis cosas, que invada mi espacio…”?
Los niños pequeños se mueven, fundamentalmente por impulsos, quiero esto y lo cojo, me molestas y respondo, tengo hambre pido de comer (cada uno a su manera), y así con todo porque aún no tienen desarrolladas gran parte de las funciones cognitivas que sí tenemos los adultos.
Pero además, no queda ahí la cosa, si tienes 1 año estas en la silla de pensar 1 minuto, si tienes 2, 2 minutos y así sucesivamente. ¿Qué pasa que la capacidad de pensamiento de un niño se mide en minutos? ¿es que son máquinas que responden matemáticamente?
Cuando un niño se pasa de la raya en una conducta, lo primero, antes de castigar, será pensar los porqués de su acción, y en base a eso actuar. No puede ser que para solucionar cualquier conducta que no nos guste, la reprimenda sea la misma, porque no a nosotros no nos cae la misma multa por una infracción o por otra, y tampoco sería justo que todo se midiera con el mismo rasero.
En definitiva, que quienes debieran usar la silla de pensar son los adultos para reflexionar sobre los motivos por los que los niños a su cargo se comportan como lo hacen y para pensar alternativas de respuesta por su parte como adultos que son para prevenir que no vuelvan a ocurrir.
Mas adelante profundizaremos en cómo hacer esto, pero os adelanto que, fundamentalmente se basa en usar el sentido común.