No me prometas la luna

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Muchas veces me pregunto qué necesidad tienen algunos adultos para prometer a los niños cosas que no pueden cumplir y para tratar de seducir con cosas que no pueden dar. Os invito a tratar de poneros en su piel y reflexionar sobre lo que pueden sentir cuando esto ocurre. Os hablo desde su pellejo:

  • No me prometas lo que no me puedes dar porque me generas unas expectativas que acabarán por provocarme una frustración y un enfado mayor del que seguramente tenga ahora que me estas chantajeando cuando descubra que no voy a conseguir lo que me ofreces.
  • Si sabes de antemano que no lo vas a poder cumplir, ¿por qué me lo ofreces? ¿me tomas por tonto? A mi no me gusta nada que me engañen, ¿y a ti?
  • Me enseñas con frecuencia que no se debe engañar ni mentir, que eso está muy mal, y si lo hago me castigas y te enfadas, sin embargo tú te tomas todas las licencias para hacerlo conmigo. ¿Cómo crees que me siento?
  • No me hace ninguna gracia que jueguen conmigo, que me intenten manipular, que se rían de mí en mi cara. Piensa cómo te pones tú cuando sientes que has comprado algo que no cumple las expectativas de lo que te dijo el comercial o el anuncio del producto. ¿a que sientes rabia, ganas de gritar y hasta de cruzarle la cara al que te lo ha vendido? Pues yo también cuando tú me lo haces, pero encima si lo manifiesto me regañas por hacerlo.

Los niños son pequeños, pero ni son tontos ni carecen de sentimientos, y lo que aprenden de los adultos lo reproducen, por lo que si acostumbramos a jugar de esta manera con ellos, también ellos lo harán con nosotros y los que le rodean, pues pensarán que es la forma de actuar. De esta manera, nos prometerán que recogen su habitación antes de salir a la calle a jugar o con sus amigos, pero no lo harán, nos dirán que van a estudiar pero no lo harán, no prometerán ayudarnos con las tareas de casa pero tampoco lo harán, porque será una conducta aprendida de los adultos y se revelarán cuando les regañemos para que no lo hagan, porque cuando ocurre en sentido contrario la conducta se acepta como buena.

 

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