Seguimos hablando de los primeros vínculos y vamos a desmitificar un concepto que muchas veces es confuso, y es el de apego. Escuchamos decir que los niños están “apegados” como sinónimo de “enmadrados”, “dependientes”, “aniñados” –con la connotación negativa que eso lleva-, y justamente ese término significa casi diría yo, lo contrario.
Al hablar de apego tenemos que nombrar obligadamente a John Bowlby, psicoanalista inglés, padre del apego, quien define este término –y sin duda nos lo aclara-, como la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular. El apego es un subtipo dentro de lo que son los vínculos afectivos, y se logra a través de un proceso. Se traduce en conductas por las cuales un individuo mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como más fuerte y mejor preparada que él. Se caracteriza también por utilizar al cuidador principal como una base segura, desde donde explorar los entornos desconocidos, y donde volver como refugio seguro en momentos de alarma. El apego es claramente observable en la preocupación intensa que los niños muestran cuando se encuentran en entornos no familiares, por ejemplo, en brazos de extraños, en el comienzo de la guardería, incluso si son pequeños, cuando alguien que no le es familiar los saluda. La “amenaza” les despierta ansiedad, por lo cual es bueno que tengan interiorizada una figura que como hemos dicho en posts anteriores, sea su referencia en momentos de estrés. Por lo cual para que nos quede claro, ¿de qué hablamos cuando hablamos de apego?
- Es una conducta del niño al adulto.
- Es un subtipo dentro de los vínculos afectivos.
- Se logra a través de un proceso en el tiempo.
- Conducta como dar de mamar, tener al niño en brazos, jugar con él, todo eso fomenta un apego, pero no es apego.
- Se activa en momentos de estrés (malestar del niño); por lo cual es un regulador del estrés del niño.
- Cuando el niño está tranquilo y explorando el medio, el apego está desactivado.
La seguridad en el apego, lleva al niño a sentir curiosidad por explorar su entorno y a partir de aquí el niño será capaz de vincularse y aprender de la relación con los demás y del mundo que lo rodea. La calidad del apego influirá en la vida futura del niño en aspectos como: desarrollo de su empatía, la modulación de los impulsos, deseos, la construcción de un sentimiento de pertenencia y el desarrollo de sus capacidades de dar y recibir, etc..
