Esto ya es inminente, cumplidas las 39 semanas el parto se puede desencadenar en cualquier momento y aun sabiendo de qué va el asunto, me puede la incertidumbre y lo inesperado. Y no digamos ya del que duerme a mi lado, que no para de suspirar profundo y repetir por lo bajini -ayyyy madre-. Sinceramente, no sé muy bien quién de los dos va a parir si él o yo…
Tras la última ecografía de las 34 semanas ya tengo mi paquetito de consentimientos firmados, ¿a qué me refiero? A la epidural, por supuesto. La verdad es que, si te lees concienzudamente todo lo que puede pasar con la anestesia, te acojonas y mucho, vamos, que te dan ganas de no firmar y adelante con la madre naturaleza… pero no, ¿un consejo? Firma… sólo por si las moscas…
¡¡Y menudas moscas!! ¡¡Bendita epidural!!
Vamos a ver, parir duele, pero mucho y no entiendo por qué nadie te lo cuenta, quiero decir, siempre que vas al hospital o a visitar a una amiga o familiar recién parida preguntas qué tal se encuentra y cómo ha ido todo. Pues yo, en mis 33 años de inconsciencia pre-alumbramiento, nunca he oído una mísera queja. Siempre ha sido, -bien, todo fenomenal, es que cuando te ponen al bebé encima se te olvida todo-.
Vale, bien, estamos de acuerdo, el momento de coger a tu bebé tras expulsarlo es increíble, pero de ahí, a que se te olvide el resto. Pues mira, no, o yo debo tener una memoria de elefante o soy la peor persona del mundo… Siempre he creído tener el umbral del dolor bastante alto y no soy precisamente una persona quejica, todo lo contrario. Pero en este caso me indigno un poco, la verdad.
Tengo una amiga que dice que me quejo de vicio, porque el parto anterior fue bastante rápido, en cinco horas había terminado todo, sin episotomía ni malas experiencias, la epidural sólo me hizo efecto en un lado del cuerpo, pero bueno, un mal menor, dado el nivel de dolor al completo. También me curré la preparación con una fisioterapeuta, ejercicios de suelo pélvico y dilatación, vamos, que no dejé nada a la improvisación.
Pero no se trata del hecho de quejarme de lo mal que lo pasé, el asunto es que nadie te cuenta lo horribles que son las contracciones, aunque bien mirado, tampoco sirve de nada que te lo cuenten porque si quieres tener hijos es lo que hay, vaya… ¡venga! Un punto a favor de las ‘olvidadizas’, pero que todo es fantástico y maravilloso, de eso nada, ¡¡por ahí sí que no paso!!
Y este es el punto en el que entra la epidural. Por qué, mujeres del mundo, existiendo tantos avances en medicina que alivian semejante tortura, optáis por parir de forma natural y con dolor, no me lo explico, de verdad, olé vuestro par de ovarios, pero no lo entiendo.
En mi última visita a la matrona, una señora con sus cincuenta y muchos y una clara inclinación por todo lo ‘naturalista’, me dijo que lo de dar a luz sin epidural es una cuestión de actitud, que todas podemos hacerlo. Pues dada mi tendencia a ser un pelín borde, en ese momento levanté una ceja y no dije todo lo que opinaba, simplemente dije que lo de la ‘actitud’ se me queda un poco escaso como argumento y que cada mujer es un mundo, obviamente. Hay veces en que peco de educada…
-También es verdad, que sabes que es un dolor pasajero, no es un dolor crónico que te amarga la existencia. Sabes que terminará tarde o temprano, y eso el cerebro lo sabe y te permite soportarlo, al menos, esa es mi teoría-.
Pues de forma muy vehemente, la matrona no se apeó del burro y siguió defendiendo su tesis. Ahí es cuando desconecté y pensé para mí… claro, esta señora habrá tenido hijos en un momento de la historia de la humanidad en la que la anestesia epidural no existía y, al igual que mi madre y muchas de las madres de quienes estáis leyendo esto, tuvieron partos naturalísimos y dolorosísimos, y ahora, se quieren vengar de nosotras, jóvenes incautas, que llevamos toda la vida oyendo hablar de lo maravilloso que es “hacerse” con un marido ‘con los papeles debajo del brazo’ y dedicarse a tener muchos hijitos requeteguapos y educadísimos.
Bueno, creo que me he desviado un poco del tema, pero tengo tripa y hormonas para exportar a China, así que se me permite divagar, ¿no?
Muchas diréis que si tan negro lo pinto, por qué tengo hijos. Pues, por un lado, porque tener hijos mola, te dan la vida a la vez que te la quitan y se los quiere más que a nada en este mundo. Pero de ahí a decir que el embarazo es el estado ideal de la mujer, que dar a luz es un momento mágico y que la maternidad es la felicidad absoluta, no. Con cuentos a otra, que mi existencia no es tan idílica.
En fin, lo dejo aquí, no sé si volveremos a leernos en próximas semanas, todo dependerá del momento en que mi niña quiera dejarse ver y mi estado de salud mental post parto me lo permita, -que esto también es un tema-. Os dejo un selfie que me hice esta semana en la ducha, ese momentazo feliz que me carga las pilas, tranquis, es una foto apta para todos los públicos 😉