¡Y esta soy yo!

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Lo primero es presentarme, tarea ardua cuando ya tienes 36 años y no eres una supermamá con días compuestos por treinta horas, que son capaces de hacer veinte cosas a la vez y todas le salen bien, haciéndote sentir una completa inútil. Pues no, ni estoy casada, ni tengo hijos, tampoco sé cocinar, ni tengo mi armario colocado por colores, no hablo idiomas y dejo las tazas de café por toda la casa que luego tengo que raspar si las quiero despegar del mueble, donde la señal quedará para siempre. Tampoco suelo ir vestida a la última, ni me conocen en las peluquerías y tuve que optar por hacerme el láser si quería que mis amigas dejasen de llamarme Manolete.

Pero no te creas que aquí acaban mis superpoderes. Nooo.
Me encanta dormir, mi fuerza de voluntad brilla por su ausencia, suelo llegar tarde a todas mi citas y no cuesta mucho convencerme para ir de parranda, eso sí, las resacas ahora duran más que el típico pintalabios feo que no se acaba nunca.

Esa soy yo, una maravillosa mujer caótica, llena de contradicciones, a la que le ocurren todo tipo de cosas absurdas e incidentes extraños, que es la primera en reírse de sí misma y que está dispuesta a llevarle la contraria a todo el mundo. Si, y es que es escuchar un “tu no puedes hacer esto” y activarse toda una maquinaria llena de complejos engranajes y mucha mala leche, que me hacen ser capaz de hacer casi cualquier cosa.

Y así me ha ido. No soy de las que tengo que dar las gracias al típico profesor del colegio que apostó por mí porque veía un gran diamante en bruto que había que pulir con delicadeza, no, yo se las doy al que sólo veía a la típica chica de barrio, malhablada, por la que nadie daba un duro y que me llevó, sin lógica alguna, a estudiar Periodismo. Claro que en seguida encontré excusa, quería convertirme en esa ‘gran corresponsal de guerra’ que muestra al mundo la verdadera realidad.

¿Y crees que no lo conseguí? Pues claro que sí, en cuanto me licencié me di cuenta de que el Periodismo es una ‘guerra de guerrillas’ en la que me encanta ir abriendo trincheras, trincheras como esta, eso si, armada con una lengua viperina que ya quisiera Sabina.

Así que lo dicho, prepárate para reírte porque en este espacio vamos a hablar de cosas muy serias.

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