Liso, rizado, suelto, recogido y tantas, tantísimas, veces atado con un boli…
Si algo me ha caracterizado desde que tengo uso de razón es lucir malos pelos. Pues sí, lo confieso, tengo un cabello indomable, rebelde, con carácter… un cabello que bien sabe aprovecharse de lo perezosa que soy arreglándome.
Os debo confesar que, cuando era niña, tenía una bonita y lisa melena. Entonces, me compraba bigudíes para rizarlo. Estos bonitos tubos de colorines, junto con un bote entero de espuma moldeadora, conseguían sacar de mí unas lígeras y raras ondas que yo, con mucho orgullo, denominaba rizos. Y así, un día tras otro…
Pronto dejé de ser niña (el tiempo pasa muy rápido) y empecé a ser adolescente (bien lo sufrieron mis padres). Este momento de cambios sacó mi lado rebelde (que no tanto) e incluso reveló la verdadera personalidad de mi pelo que, sin ton ni son, empezó a rizarse como si no hubiera mañana, y cada día más. No estuve conforme con su decisión (que a terca a mí no me gana nadie), decidí empezar a planchármelo para conseguir un liso perfecto, modo japonés. Lo hacía en la cocina (y a escondidas), no con las planchas de cerámina tan ideales que ahora tenemos cada una de nosotras…¡no!, yo me lo planchaba con la tabla y la plancha de casa, pegadizo al calor y sin paño, ¡total pá qué!… Si, mamá, lo confieso, lo hacía 😉
Hoy, cuando cruzo el ecuador de la treintena, me planteo la cantidad de veces que queremos lo que tenemos aunque no lo sepamos, y busquemos lo contrario. Y hoy, que no soy una adolescente, y ya soy una mujer (madurita :), y sin ánimo de sonar presumida, os confieso que encanta mi pelo. Es distinto, singular, característico un tanto hippy, rizado a lo Jackson five si estoy en la playa, con un liso perfecto cuando salgo de pelu, con rizos rebeldes cuando le dejo libre…así, como yo, y más aún cuando lo anudo en un moño despelujado, todo ello dentro de un orden muy desordenado y creativo. ¡Y le han salido las primeras canas!
De esto va mi libro (¿o no es un libro?). Tranquilos, que no va de rizos, y mucho menos de mí. Va de nosotras y nosotros, todos los que estamos en el ecuador de nuestra vida, de lo que vivimos, de lo que sentimos y de esos miedos o crisis que pueden llegar, la temida crisis de la mediana edad o de los 40. Hoy, ya más cerca de los cuarenta que de los treinta, os presento (a poco más de quince amigas) la semilla de un nuevo proyecto en el que ya estamos trabajando, poco a poco, sin mucha prisa pero muy ilusionados, y en el que, una vez más, os pido que nos acompañéis. Es un proyecto personal pero, lo mejor, rodeado de personas, de algún experto y muchas expertas. No os puedo contar, con ganas me quedo, pero las cosas de palacio…¡van despacio! Estoy loca, pues sí, ya me conocéis :).
Tengo que retocarme la melena antes de salir a escena, pronto os damos más detalles. Mientras, mantendremos viva esta pequeña parte (un pequeño blog) de un todo que, probablemente pronto, verá la luz.