Lactancia materna sí, lactancia materna no

la-crisis-de-los-40-leche-bebe

Soy consciente de que este post puede acarrear controversia, no pretendo polemizar con este asunto, solo dejar claras un par de opiniones de aquellas madres que no queremos dar el pecho a nuestro hijo.

Y es que estando ya de doce semanas, me bombardean -lo entiendo y lo respeto-, matronas, enfermeras, madres del mundo… resumiendo, “la liga pro-teta” como lo llamo yo, con los talleres de lactancia, la leche materna es lo mejor para el bebé, hay que sacrificarse, es necesario como mínimo seis meses… en fin, un montón de estupendas, maravillosas, objetivas y verdaderas razones para dar de mamar a un hijo recién nacido. Y sí, lo dice la Organización Mundial de la Salud, los pediatras y el sursum corda, hasta ahí fenomenal, peeeero, porque siempre hay un pero, todo tiene un límite.

Un límite que es el que yo llamo de la libertad, sí, sí, libertad de cada mujer para elegir si quiere o no dar el pecho a su propio hijo y no juzgarla por decidir diferente a la mayoría, porque sinceramente, no son tanta mayoría, lo que pasa es que hace más ruido, es lo que pasa siempre, está mal visto y mal considerado no dar de mamar a un niño recién nacido y por ello, muchas callan o mienten excusándose en que no les ha subido la leche… y lo digo por experiencia.

Nunca he tenido muy claro lo de dar el pecho, solo la idea me da hasta un poco de repelús, de verdad, no le encuentro el lado romántico, no me encuentro a gusto, ni cómoda. El caso es que cuando di a luz a mi niño grande de casi tres años, aun siendo consciente de que mi propia mente no lo tenía nada claro, lo intenté y fue horrible. Después de parir, algo doloroso sin duda, poner a mi hijo al pecho y sufrir una descarga que me recorrió todo el cuerpo fue algo revelador. Lo único que hice fue alejar de mí a mi pequeño bebé al que, por otro lado, solo tenía ganas de abrazar y besar, y si ya lo tenía casi decidido, aquello puso la puntilla, yo no quería rechazar a mi niño, lo quería sentir cerquita y si le daba de mamar iba a ser algo complicado, la verdad.

El caso es que dije que no a la lactancia materna, porque ni lo siento ni quiero, no tengo que mentir, tenía leche pero no quise, pedí y me dieron de mala gana una pastilla que corta la subida de la leche y mi hijo se alimentó de biberón. Desde ese momento he tenido que escuchar de todo, que soy una mala madre, que no me sacrifico por mi hijo, que no he creado un vínculo con él, que se va a poner enfermo mucho más a menudo… pues alto y claro siempre he dicho, y seguiré diciendo, que eso es total y absolutamente mentira, soy la madre que soy, no sé si buena o mala, pero el darle o no el pecho no me ha hecho ni mejor ni peor; me sacrifico por mi hijo todo lo humanamente posible y lo que me dicta mi corazón; no le falta de nada y he creado un vínculo tan increíble con mi niño que siento que no se puede querer más, como imagino que le pasa a todas las madres del mundo; y además, está sano como un roble, come más y mejor que yo, y en su corta vida creo que se ha puesto malito dos o tres veces únicamente.

Con eso no estoy criticando a nadie, simplemente estoy pidiendo -mejor exigiendo-, el mismo respeto a aquellas madres que por cualquier circunstancia sea cual sea, no quieren dar el pecho a sus hijos recién nacidos. Nadie puede juzgar las razones de una madre por ello, al igual que no se nos ocurre decirle a nadie cómo debe educar a sus hijos. Simplemente respeto y comprensión. Le das el pecho a tu hijo: genial, enhorabuena; no se lo das: genial, enhorabuena.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.