-
“Mi hijo de dos años es hiperactivo, no para ni un segundo, nos vuelve locos, saca todo de los cajones, desafía, revuelve todo…»
¿A que no es la primera vez que escucháis algo así? Yo lo escucho a diario en mi consulta, pero también en una tienda, en una cafetería o en cualquier lugar. Tenemos que tener claras algunas cosas al respecto de lo que es ser hiperactivo y no serlo. Un niño de dos años que se mueve mucho no es hiperactivo, es un niño de dos años, es decir, en plena fase de desarrollo motor; un niño que indaga, que curiosea, que desmonta cosas… no es hiperactivo, está explorando el mundo que le rodea, está mostrando su necesidad de saber y conocer; un niño de dos años que responde a su madre, le saca la lengua y le reta, no es un niño desafiante, está empezando a comprender que es una persona independiente y ajena a su madre, que tiene autonomía para hacer y manifestar cosas y que no está dispuesta a pasar por todo lo que se le ordena porque también quiere hacerse valer y ser escuchado. Un niño que rompe todo, que se pelea con todos los niños, que no respeta normas… no es un niño hiperactivo, es un niño que, o bien tiene otra serie de problemas, especialmente de carácter emocional, o bien está sin educar, que también los hay y por desgracia más de los que nos gustaría.
-
Mi hija no atiende, ni escucha, está siempre a su bola, pasa de todo y en el cole me dicen que tiene un déficit de atención”.
¿Te has parado a pensar por qué no atiende? Pueden ser múltiples los factores que influyan en ello: problemas de motricidad ocular que generan fatiga visual y hace que se “caiga” el sistema atencional voluntario, o puede ser que tenga dificultades en la integración binaural, es decir, en la correcta integración e interpretación de la información proveniente de los dos oídos. O un problema de propiocepción (capacidad para saber en qué posición está nuestro cuerpo, entre otras) o del sistema vestibular (responsable del control gravitatorio, el equilibrio y los movimientos oculares implicados en la lecto-escritura), o, simplemente, no le atrae absolutamente nada lo que cuenta el profesor, o cómo lo cuenta».
-
“Mi hijo no se entera de nada, pierde las cosas, se le olvidan los recados…”
¿A que alguna temporada en tu vida también te ha pasado eso? ¿verdad que coincide con algún acontecimiento que te ha preocupado mucho? Pues en muchas ocasiones también les pasa eso a los niños, que tienen preocupaciones que para ellos, aunque no para nosotros, son importantísimas y les restan fuerza para pensar en otras cosas. Los niños son más propensos a tener TDAH que las niñas. Correcto, esto sí es correcto, parece que la incidencia es mayor en los niños que en las niñas y, dentro de los que padecen el trastorno, es más habitual que el tipo hiperactivo se corresponda con los niños frente al tipo inatento que suele ser más abundante en niñas. Los motivos por los que un sistema atencional no funciona correctamente pueden ser múltiples, algunos los comentamos aquí, otros el próximo día, pero sigo insistiendo en que el TDAH sí que existe, pero no tan masivamente como nos quieren hacer ver. Que tengáis una feliz semana…