Último día del año, es el momento ideal para hacer balance, propósito de enmienda y buenos deseos para el año que entra. No dudo ni un segundo en poner en el primer lugar de mi lista de ‘cosas buenas de 2015’ mi embarazo, el futuro bebé que tendré entre mis brazos, besaré, achucharé y mimaré hasta que me canse. Pensando en mi futura nenita se me quitan las penas y los malos momentos pasados a lo largo de este año, que no han sido pocos, la verdad. Empezamos el año con tranquilidad y mucho trabajo, según se acercaba el mes de mayo la inquietud crecía pero había esperanza, finalmente no pudo ser y tanto yo como muchos de mis compañeros nos quedamos en la calle. Una pena, pero había que seguir adelante y mientras el tiempo pasaba a mí se me ocurrió aumentar la familia. Es posible que no fuera el mejor momento, pero la verdad, ¿cuándo es el mejor momento para tener un hijo? Si te pones a pensarlo, la respuesta es nunca. Así que ahí me planté, no soy una persona que se achante ante los retos y que se acobarde ante los duros golpes de la vida, así que mientras haya salud hay alegría.
Una vez convencido el padre, que me costó un ratito, y pasado el susto inicial del positivo en el test de embarazo, me invadió una calma que no sentí con el primer embarazo, el primero fue más bien de miedo ante lo desconocido y poco tiempo para pensar. Con el segundo, estoy tranquila, mucho, aunque a veces me invade el terror, una angustia incontrolable por no tener trabajo y una inquietud ante la imposibilidad de cuidar de mi familia. Me dura un rato y se me pasa, sé que saldremos adelante, ¡siempre lo hemos hecho!
Llega el mes de diciembre sin darme cuenta y me dan un susto, un lunar rebelde cogido a tiempo que me puso el corazón en un puño. Sufría por mi niña, porque ni ella ni yo pudiéramos seguir adelante. Pero la vida siempre te abre una ventana cuando crees estar asfixiándote. Se abrieron ventanas, puertas y salidas de emergencia, entró el aire por todos los rincones y se ventiló la casa entera. Termino el año feliz y agradecida.
Así que, no tengo lista de ‘cosas malas de 2015’, las dejo ahí, colgadas en este año que finaliza y del que únicamente recordaré que se llenó de esperanza en agosto cuando me enteré de que volvía a ser madre. No llevo maleta al año que entra, voy ligera de equipaje ante doce meses nuevecitos que esperan ser estrenados cargaditos de ilusión.
Voy a encontrar trabajo, voy a esforzarme por ser mejor madre y volver a pasar los duros momentos de la crianza. Voy a querer más y enfadarme menos, voy a respirar hondo y contar hasta 100 si es necesario cuando pierda la paciencia y voy a acabar con la arruga de mi entrecejo que se tuerce cuando estoy de mal humor. -No voy a poner lo del gimnasio y lo de adelgazar al menos hasta mayo, que ahora me viene un poco mal, ¡suerte la mía!-
En definitiva, espero que el año que empieza dentro de unas horas sea un año de optimismo y sin rencores. ¡¡¡¡Un año feliz para todos!!!!