Vivir cantando (#microcuentos)

Sounds Elena Pérez Melgarejo

La mujer sale de casa feliz, sonríe, en la radio ha sonado su canción favorita al despertar y se le ha quedado tatuada en el cerebro. En el metro se siente apretujada y rodeada de los efluvios ajenos que siempre le amargan la mañana, pero hoy no hace otra cosa que canturrear y apenas si nota aroma alguno. Llega a la oficina caminando-bailado, poseída por el ritmo que tamborilea en su mente. La melodía suena tan fuerte que cuando su jefa le escupe los sapos y culebras que le pican ese día, ella los esquiva a golpe de cadera. Y así se sienta en su ordenador, dispuesta a realizar todas las llamadas que tiene que hacer con armonía. Las horas pasan rápidas porque se ha montado un concierto imparable. A las tres en punto ficha y arranca a su mejor amiga del teclado para llevarla al parque, hoy hace un día espléndido para comer a la sombra de los árboles.

Justo cuando se sientan se dan cuenta de que se ha nublado de repente y comienza a chispear, hace tanto que no siente el cosquilleo de la lluvia en su cara que ya no recordaba el placer que suponían las gotas refrescantes de un leve chaparrón de verano. Su amiga alucina al verla cantar bajo la lluvia, pero no puede parar de reír.

Cuando llega a casa de sus padres está empapada y su madre se dispone a atacar con la miseria que más le haya gustado hoy, la adora pero es una adicta al drama incorregible. Antes de que diga una sola palabra ella pone enciende la televisión y pone Radiolé. Su madre no puede resistirse a eso y se va a por unas toallas entre copla y copla mientras su padre le lanza esa mirada de amor incondicional que a ella tanta vergüenza le había dado en su adolescencia pero que ahora le da tanta ternura. Meriendan pan con aceite y tomate, juntos, sin hablar de las noticias ajenas, solo recuerdan y ríen.

Al llegar a casa se da cuenta con sorpresa de que hoy ha vivido más, ha sido más, el mundo ha girado para ella. De pronto le entra el pánico más absoluto, ¿y sí mañana vuelve a ser todo como siempre?, ¿y si se levanta y vuelve a ser menos, a ser un cuarto de lo que ha conseguido ser hoy? Mira la hora, coge el bolso y sale corriendo a buscar un taxi. Llega al Centro Comercial corriendo y sin aliento a diez minutos del cierre, pero no importa porque sabe lo que va buscando. Entra en la tienda de electrodomésticos y encuentra lo que necesita en un minuto.

Paga y sale abrazando su paquete. Cuando llega a casa coloca el radio despertador inteligente en la mesilla y lo programa, a partir de ese día sólo va a despertar con su música, la que le haga feliz en cada momento, la que le haga vivir siempre cantando.

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